¿Realismos?

Tras la renovación de la novela clásica del siglo diecinueve por parte de la Generación del 98, y de los experimentos de las vanguardias, volvió el realismo con fuerza exasperante en la posguerra: disfrazado, por ejemplo, de tremendismo (el Cela de Pascual Duarte), o de crónica de lo cotidiano no tan cotidiano (Nada, de Carmen Laforet), para seguir luego, canalizándose siglo veinte abajo, por la variante del realismo social. Y hasta hoy, en que la novela, también realista, discurre, sin embargo, por otros derroteros, policiales, históricos, biográficos (esa tontada de la «autoficción»), aunque no para dar fe de nada ni para darles un giro a las técnicas narrativas con visión artística, sino para, convertida en un negocio más, llegar al mayor número de lectores y, por lo tanto, poder engordar proporcionalmente la cuenta bancaria y el dividendo de los accionistas editoriales. Nada malo en sí, pero poco tiene que ver con la literatura. 

Descuellan, no obstante, ciertos autores, no muchos, imbuidos de realismo, que merecen la pena. Es el caso, entre otros, de Rosa Montero (y no solo las aventuras de su Bruna Husky en escenarios hiperrealistas de futuro cercano) o de Julio Llamazares (esas hermosas novelas de paisaje geográfico y humano). Dos de ellos, por cierto, retuercen recientemente la realidad a su modo para, desde una perspectiva de realismo crudo y sórdido, expandir una serie de hechos, algunos verídicos, tomados de la historia reciente y novelados para nuestra complacencia literaria. Castillos de fuego (Seix Barral, 2023), de Ignacio Martínez de Pisón, hinca el pie en una posguerra madrileña llena de mugre, tanto física como ética, aunque muy mediatizada por el amor, y Esperando al diluvio (Destino, 2022), de Dolores Redondo, parte de hechos sacados de la crónica escocesa de sucesos para escenificar su propio ambiente en el escenario de las inundaciones que asolaron Bilbao en los años ochenta, lo que le sirve para trazar un retrato de esa ciudad vasca mientras sus malos y sus buenos avanzan ficción arriba, dejándola a ella (la ciudad) como la gran protagonista de su novela. 

Hay algunos ejemplos más, pero no voy a tratar sobre todos ellos aquí. Más adelante, tal vez.

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About Francisco J. Lauriño

Nacido en Langreo (Asturias, España) en 1962, Francisco J. Lauriño es licenciado en Filología Hispánica, Sección de Literatura, por la Universidad de Oviedo y trabaja como funcionario de la comunidad autónoma de Asturias. Fotógrafo y escritor, colabora en periódicos y revistas y ha publicado varios libros, tanto de narrativa como de poesía, entre los que destacan la novela 'Muñecos de sombras' (2009), 'Cuentos escogidos' (2007) y los libros de poesía 'Ontología poética' (2007), 'Horas de metal' (2010) y 'Libro del adiós' (2012).