Casi de mi misma edad (le llevo un par de años), Ian McGuire, nacido en East Yorkshire, Reino Unido, es lo que aquí diríamos un especialista en talleres literarios, puesto en elegante, “escritura creativa” (aunque, ¿qué otra cosa puede ser la escritura, como no sea mera letra para actos administrativos o jurídicos, etc.?). Por eso, cuando llegué a él lo hice con prevención, ya que quien escribe, por muy profesor de la Universidad de Manchester que sea, sujetándose simplemente a la práctica de una actividad que, de suyo, y para ser auténtica, necesita de la pasión, pero sin tenerla, suele ser poco el interés que suscita.
Con estos mimbres accedí a El abstemio (Seix Barral, 2021), un cuento con tamaño de novela, que parte de un hecho histórico, la ejecución en la horca de los llamados “mártires de Manchester”, que tuvo lugar en esa ciudad británica en 1867. En los albores del independentismo irlandés, el movimiento feniano comenzaba a poner en jaque al poder británico, y, mucho antes del Alzamiento de Pascua (1916), tuvo lugar un levantamiento (frustrado) en la Irlanda de 1865. Al calor de estos acontecimientos, los inmigrantes irlandeses en Inglaterra, así como algunos aventureros veteranos de la Guerra de Secesión Norteamericana con orígenes en la Isla Esmeralda, llegaron a formar grupos de hostigamiento en ciudades inglesas.
La novela de McGuire aprovecha todo este entramado, pero nos suena un poco a cuento chino. La historia, una vez superada la parte real de la misma, se sostiene a duras penas por lo inverosímil de los planteamientos, por una peripecia que raya lo absurdo y cuyo final viene a tomar al lector por bobo, tal vez porque las técnicas de taller literario no dejan de ser un sucedáneo de las realmente literarias. A favor de McGuire, las descripciones de un Manchester decimonónico, sucio, maloliente, horroroso, tal y como tenía que ser una ciudad en aquel entonces; tanto que, salvando las distancias, nos recuerdan algo el Londres de Charles Dickens.
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