El parecido entre dictadores distantes, como el «moderno» y exhibicionista Kim Jong-un (actual mandatario de Corea del Norte) y el sobrio y escurridizo António de Oliveira Salazar (de Portugal hasta 1968), es pequeño y grande a la vez. Las lecturas seguidas de El Gran Sucesor. El destino divinamente perfecto del brillante camarada Kim Jong Un, de Anna Fiefield (Capitán Swing, 2022), y de La increíble historia de António Salazar, el dictador que murió dos veces, de Marco Ferrari (Debate, 2022), hacen reflexionar.
La imagen del niñato que «reina» en Corea del Norte, apegado a vicios y placeres poco afines a la falsa ortodoxia comunista que impone a su pueblo, es nítida en el libro de Fiefield, periodista neozelandesa que conoce muy bien el país asiático: el increíble cinismo y la frivolidad pasmosa que aplica Kim a vivir íntegramente dedicado a sus caprichos y a sostener su estatus nos harían reír si no fuera por el drama que carga sobre sus compatriotas, a quienes tiraniza y explota miserablemente. A su lado, la del dictador portugués del Estado Novo, que dirigió un imperialismo decimonónico en pleno siglo veinte, con su porte intelectual y su visión extremadamente clasista de un mundo en fase terminal, pero que, para él, no debería haberse acabado nunca, es distinta, y, a la vez, siniestramente parecida, según nos muestra el libro de Ferrari, periodista italiano gran conocedor de la historia portuguesa. Déspotas, pues, lejanos, personajes muy diferentes, pero, pese a ello, muy cercanos en el salvajismo, el terror y la violencia extrema con que, por una razón u otra, tratan a su propio pueblo.
En lo formal, el libro sobre Kim se deja leer, pero sus partes parecen pegadas con celo, como si fueran una recopilación de artículos independientes agrupados para la ocasión, y sufre, además, una traducción al castellano poco lucida, que rechina en algunos párrafos. Por el contrario, el de Ferrari sobre Salazar está muy bien ligado; es, digamos, un libro de verdad, pulcramente traducido, y que se lee con gusto, pese a la gran abundancia de datos, e incluso de reflexiones políticas, que, con menos pericia, lo habrían hecho más arduo.
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